Adj. Sin sabor
Adj. coloq. Dicho de una persona sosa, de caracter indiferente.
El ser o estar desaborido/a es algo que sólo le he escuchado decir a mi madre y con connotaciones ligeramente diferentes. Más que ser alguien soso per se, era un estado, algo transitorio. Un estar sin ganas.
Y sí, lo habéis adivinado, es mi estado actual.
Soy de esas personas que tienen rutinas felices en el día a día. Entre ellas, vivo siempre enganchada a un libro, una serie, una película que vayan a estrenar en plataformas o en el cine… o a todo a la vez.
Salvo últimamente.
Enero – eterno – está pasando sin pena ni gloria, sin sabor. Algo así como cuando tuvimos Covid por primera vez y perdimos el olor y el gusto. ¿Te acuerdas?
Tras un enganche a una ristra de ensayos sobre el amor en la sociedad actual – ¿o debería decir desamor? – no hay absolutamente nada que no acabe por aburrirme tras las primeras páginas. Pasé del Amor Líquido de Bauman, al Fin del amor de Tenenbaum (el cuál os recomiendo), y de ahí al Fin del amor pero esta vez de Eva Illouz, que no acabé.
Recarga en las librerías de Tirso: Los nombres propios de Marta Jimenez Serrano lo acabé sin mucho entusiasmo, La Colmena y Hamlet esperan a que sea su momento. Leí rápido Las despedidas de Bergareche porque me lo recomendó Diego y eso suma puntos. El hecho de que fueran poco más de cien páginas también suma alguno, para ser honesta. Pero tras acabarlo, ñeh, ni frío ni calor. Otaberra lo voy a dejar en el segundo capítulo, y me acabo de hacer con Niveles de vida de Julian Barnes tras la publicación de hoy en instagram de Luis Fercán. Veremos.
Hace tiempo que decidí que los libros que no, no hay por qué dedicar vida en acabarlos. Ni los libros, ni los cafés con quien no te apetece, o los planes en general. A lo que no, ni vida ni energía.
Luis Fercán, por cierto: añadid El Palmar a alguna de vuestras listas de Spotify.
Y sigo, en la búsqueda de la misma sensación que tuve cuando empecé Saber Perder de David Trueba, y que he regalado en alguna ocasión con la esperanza de regalar la sensación y no el libro. O cuando descubrí la novela negra, y se hacían las dos de la mañana sin despegar los ojos del libro debajo del nórdico.
Si has leído hasta aquí, te llevas un montón de ideas de libros, música, y un consejo de vida. Y yo espero que me envíes un mensaje y me recomiendes un libro. ¿Qué menos?